4/6/09

Foto en la Feria del Libro


Desde el fondo hacia el escorzo: Patricia Devesa, Gabriel Fernández Chapo, Carlos Fos, Cipriano Argüello Pit, Daniela Martín, Julia Lavatelli, Laura Lago y Sergio Osses

Recuperar , preservar, difundir.

Este es el artículo que la Biblioteca preparó para el Encuentro de Centros de Documentación y Archivo que se realizó en Montevideo, Uruguay a principios de 2009.


Abstract:
“De cómo nuestra Biblioteca realiza la experiencia de recuperar, preservar y difundir el material teatral existente, en un País como Argentina con una tradición teatral de excepción consolidada en el siglo pasado y a su vez estar al día de la nueva y vasta producción actual”.
Referentes:
Maricel Beltrán - Mariela Mirc
Bibliotecarias:
Sofía del Carmen Cos / Rosa Vivanco

Mi nombre es Maricel Beltrán, integrante de la Biblioteca Teatral “Alberto Mediza”.
Con Mariela Mirc venimos a este encuentro desde la ciudad de los tilos y las diagonales, celestes de jacarandá, la ciudad de La Plata, Argentina.
Las líneas que voy a leerles es un breve relato de nuestra experiencia, algunos datos sobre nuestra entidad y nuestras acciones, algunas reflexiones, de las que diariamente hacemos y que para esta ocasión volcamos al papel con nuestros compañeros de la Biblioteca Teatral: Norberto “El Colo”, Morena, Sofía, Rosa, Alicia, Eugenio, Catalina, Jorge, Adriana, Franco, Gabo, Valentín, Pablo, las dos Florencias, Fernanda, Martín, la Maru, Marisa, Laura, Norberto Ramón “El Loco de la Aspiradora”.
Para comenzar a presentarnos, les cuento que en el año 1994, en el Taller de Teatro de la Universidad Nacional de La Plata, con 50 actores en escena y con la dirección de Norberto Barruti, teníamos en cartel por 3º año consecutivo la adaptación que Alberto Mediza hiciera en los ’70 de la novela de Franz Kafka “El Proceso”. A una de las presentaciones se llegaron desde Montevideo a La Plata, la Sra. Sara Silveyra y su hijo Rodrigo Mediza, para asistir a la función. Y fue en ese re-encuentro de Barruti y Sara, en ese primer encuentro nuestro con Sara, que Sara y Rodrigo decidieron dejar a resguardo de Norberto Barruti la biblioteca personal del poeta, investigador y dramaturgo uruguayo Alberto Mediza, fallecido en Buenos Aires en el año 1978. Con esos libros, revistas, manuscritos, y sumando su propia biblioteca personal, Norberto Barruti, nuestro maestro, discípulo de Mediza, funda nuestra institución con el nombre de su maestro.
Así nace la Biblioteca Teatral de La Plata “Alberto Mediza”. Para nosotros con ese doble legado: el legado de Mediza y el legado de Barruti.
Sería ingrato olvidarnos de alguno de los tantos que nos ayudan a crecer día a día. Pero valga recordar que nuestro primer encuentro con Carlos Ianni, director del CELCIT, se produjo en la sala que ellos tienen en Buenos Aires y donde nosotros presentábamos “El dragón de fuego”, una obra de nuestra amiga Roma Mahieu. Y fue precisamente, a través de Ianni que el Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral decidió trasladar la biblioteca, hemeroteca y videoteca del CELCIT a nuestra sede.
Valga también recordar que fue en ese encuentro del Festival de Teatro de Humor al que fuimos invitados a Zapala, que estrechamos lazos con las otras bibliotecas hermanas, ya que allí conocimos a Hugo de la Hueney, Pepe de la Santa Fe y El Luca de la del Sudeste Teatral.
El teatro y el encuentro de personas pues, han sido y son, vitales para nuestra institución. Del teatro proviene cada uno de los integrantes, y también la mayoría de los socios, que voluntariamente dejan parte de su vida, es decir, dedican tiempo a esas acciones que a la gente de teatro tan poco nos gustan: las gestiones, los trámites, las idas y venidas, que hacen que nuestra Biblioteca Teatral crezca y se vaya consolidando como institución. Administrativa, legal y económicamente. Institución que esperamos sobreviva a la buena voluntad de las personas que hoy estamos a cargo. Institución que es: Asociación Civil Sin Fines de Lucro, Entidad de Bien Público, ONG registrada en los organismos correspondientes, inscripta en los organismos de control fiscal como la AFIP y Rentas, que es lo mismo que decir CUIT-IVA-IngresosBrutos. Reconocida por el Instituto Nacional del Teatro, por la Dirección Provincial de Bibliotecas, por la Municipalidad de La Plata, por la Universidad Nacional de La Plata, por el Fondo Nacional de las Artes, etc. etc. etc.
Insisto en que cada una de estas palabritas, como muchos de ustedes tienen probado, se lleva muchas horas de los trabajos y los días de algunas cuantas personas.
Valió y vale también en nuestro caso la cita del maestro Atahualpa del Cioppo: “no hay teatro independiente si no hay hombres capaces de integrar a su desarrollo artístico la capacidad física y organizativa para construir la infraestructura necesaria para su actividad. En consecuencia, no hay teatro si no hay salas en manos de los propios creadores, que puedan así consolidar su desarrollo artístico; no hay teatro si no hay mucha gente capaz de reconocerle a una institución una representatividad artística y social que la haga digna de ser apoyada.”
Insisto con esto porque como la mayoría de ustedes, somos gente de teatro. Que nos fuimos colando en esos otros mundos de la bibliotecología, de los archivos y museos, de los adelantos cibernéticos, frente a los desafíos que nuestra decisión de dar respuesta a las necesidades de los compañeros del teatro, nos iban imponiendo.
¿Cómo encontrar un título dentro de 10.000, incluido en una antología, en un volumen de tantos?
¿Cómo encontrar ese libro de tapas azules que estoy segura de que estaba en el tercer estante?, pero como no recuerdo de cuál mueble y ahora los muebles son varios, empiezo desesperadamente a abrir puertas hasta que entro en la duda de si realmente estaba en el tercer estante, y de si realmente era de tapas azules…
Esta situación mejoró mucho cuando pudimos sumar a nuestras dos bibliotecarias, Sofía y Rosa, que ponen su empeño en adaptar sus conocimientos a nuestras necesidades, en poner en funcionamiento sus reguladores y adaptadores para convivir con una disciplina en movimiento, viva y efímera como el teatro.
Y conste que fueron y son muchas las decisiones a tomar, las acciones a emprender en cada cuestión.
Por ejemplo: Les costó casi un año convencernos de catalogar el material según las normas de AACR2, y otro tanto que aceptáramos “provisoriamente” la C.D.U.
Aún hoy no sabemos bien de qué nos están hablando, pero como vamos a la base que armaron y encontramos lo que buscamos y luego vamos al estante y allí está… Y como también hicieron posible que nuestros usuarios de distintos países puedan consultar el catálogo de autores y títulos a través de Internet…
Hasta ahora entonces, nos van ganando por demostración.
Aunque sigamos en la ardua pelea de compatibilizar nuestra pragmática forma de gente de teatro, acostumbrada a resolver con lo que se tiene a mano, muchas veces con alambre, clavos, listones de 2x1, tela y pinturita; compatibilizar esa forma, digo, con los criterios académicos de la bibliotecología.
Para no abrumarlos, quedamos a disposición de quienes les interese ahondar en alguna cuestión específica. Tanto las bibliotecarias como nosotras, entonces, quedamos a disposición para consultas, intercambios, reflexiones, en fin… para seguir encontrándonos, creciendo, construyendo redes y lazos que nos permitan mejorar estas cuestiones de la recuperación de la información y el acceso al fondo bibliográfico.
Hasta aquí, nuestra realidad es similar a la de cualquier biblioteca o archivo, de los tantos que hay en cada rincón de nuestro querido y doloroso país; bibliotecas y archivos que sostienen nuestros paisanos argentinitos contra viento y marea.
La ligera y leve diferencia, como ya dijimos, es que la nuestra es una biblioteca y archivo especializada en teatro, con el privilegio de ese doble legado: el legado de Mediza y el legado de Barruti.
Y esto viene a cuento porque fue así que un día nos metimos de lleno a investigar materiales para aportar al montaje de “El conventillo de la Paloma” de Alberto Vacarezza. Y fue así que nos encontramos con actores formados en el radioteatro, en el circo criollo, actores que son maestros en esa forma de actuación que requieren nuestros géneros criollos: el sainete, el grotesco, el melodrama. Actores que continúan esa escuela que nos legaron Olinda Bozán, Luis Arata, Tita Merello, Enrique Muiño, Diana Maggi, Elías Alippi, Rosa Catá, Enrique Santos Discépolo, Blanca Podestá, Florencio Parravicini, Lea Conti, José Marrone y tantas y tantos. Actores que son maestros en esos géneros afines a nuestro sentir. Géneros en los que nuestro maestro, Norberto Barruti, dirige como se mueve un pez en el agua.
Y fue gracias a esos encuentros, a esas vinculaciones y andares, que empezaron a llegar a nuestra biblioteca, de a un ejemplar, de a muchos ejemplares, las revistas Argentores - Arriba el Telón - Bajo la Santa Federación - Bambalinas - Biblioteca Teatral Apolo - Dramas y Comedias - El Entreacto - El Apuntador - El Teatro - El Teatro Nacional - El Teatro Universal - En el Mundo de la Cultura - Galería Dramática Salesiana - La Escena - La Farsa - La Novela Argentina - La Novela Cómica - La Novela del Día - La Novela Semanal - Monólogos Populares - Nuestro Teatro - Proscenio - Talía - Teatralia - Teatro Argentino - Teatro del Pueblo - PBT - Teatro Popular - Teatro Selecto – y tantas…
Materiales impresos que se vendían semanalmente en tranvías, que se leían con avidez, que eran utilizados como libretos por los centenares de grupos de teatro que pululaban por todo el país.
Materiales que al estar impresos en un papel bastardo, al ser posteriormente des-cartados, des-valorizados, corrieron la suerte de tantas cosas en nuestro país: el deterioro y el olvido.
Materiales que contienen textos de sainetes, grotescos y melodramas, textos que en muchos casos no fueron re-editados ni incluidos en antologías ni mencionados en cronologías. A punto tal que en algunos casos, los propios familiares de los autores nos han pedido que les enviemos una copia para poder encontrarse con las palabras de sus antepasados.
Estamos hablando de cientos de autores, de miles de títulos. Máxime en esa época, la época de oro del teatro nacional rioplatense, en la que confluyeron artistas, público, autores y empresarios.
Convengamos que la pasión de los argentinos por el teatro se iguala a la pasión por el dulce de leche y el asado, la pasión por el tango y el fútbol.
Y llegó el día en que así, como de buenas a primeras, nos dimos cuenta de que estábamos inmersos hasta el cuello en este desafío de recuperar-preservar-difundir.
RECUPERAR
Ya contábamos una cantidad considerable de ejemplares.
Pero no conformes con eso, se nos ocurrió lanzar una campaña entre nuestros compañeros teatristas, quienes como siempre, dieron lo mejor de sí: una respuesta inmensa, al desprenderse y acercarnos cada ejemplar que poseían.
Y que poseen, porque hasta la fecha alguien toca el timbre y nos deja ejemplares que desde distintos rincones de nuestro país nos hacen llegar compañeros con quienes en algunos casos la relación es sólo virtual.
Porque les cuento que diariamente intercambiamos mensajes electrónicos con cantidad de teatristas desparramados por el mundo que nos piden algo.
Desde obras y material referencial o técnico, hasta consejos…
¿Qué obra les parece que puede funcionar para nosotros?
Ya que en algunos casos conocemos personalmente a los actores y/o directores, entonces ellos imaginan que nosotros podemos imaginar qué título o autor les conviene.
O, ¿qué lectura o análisis harían de tal o cual obra o pasaje?
En otros casos nos conocen, han visto nuestras obras y confían en una opinión que podamos darles.
O, ¿tendrán alguna foto de un chofer alemán en los años ’30 en Argentina o idea de dónde conseguirla?
A las claras, lo que estos andan necesitando es resolver el vestuario de ese personaje, el Otto, de la “Babilonia” de Armando Discépolo.
Y así, infinidad de cuestiones prácticas que muchos de los presentes sabemos hay que resolver a la hora de un montaje.
Pero volviendo a nuestro tema.
La recuperación se nos convirtió en una tarea de hormigas, cuasi de espionaje, cuasi de aventuras.
Un solo ejemplo:
En nuestra ciudad, como en miles, hay una plaza donde los fines de semana arman sus puestos los artesanos. En uno de esos puestos, un personaje del ’60, canjea libros. Le comentamos en qué búsqueda andábamos y nos prometió revisar en su casa. Vale decir, en su morada que es extremadamente parecida a la del Jacobo Tesler del Adan Buenosaires. Y sucedió que allí, entre biblias y calefones, entre quinqués y libros, encontró varias pilas de ejemplares, casi todos de Bambalinas y La Escena. Ejemplares que nuestro buen amigo decidió cambiar de residencia y mudar a nuestra biblioteca.
En ese sentido es que comenzamos a aguzar nuestra imaginación. Porque nunca se sabe quién puede tener en su casa algún ejemplar. Y nos convencimos de que cada persona es un posible poseedor de esos tesoros.
Y a no olvidarse de las librerías de usados. Algunos libreros ya nos conocen, y hasta nos llaman para canjear ejemplares repetidos, como cuando de chicos canjeábamos las figuritas difíciles.

PRESERVAR
También así, como de buenas a primeras, nos dimos cuenta de que los ejemplares eran muchos.
¿Qué hacer con estos materiales que se iban amontonando ahí en esa vitrina y que reclamaban mejores condiciones?
¿Qué hacer frente a esta realidad que se nos vino encima?
Encaminamos nuestros pasos al Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, donde tuvimos la suerte de encontrarnos con la Lic. Carolina Bergaglio, quien nos brindó y nos brinda generosamente sus conocimientos y prácticas; y nos guió y nos guía hacia las mejores tomas de decisiones. Que al principio eran muy generales y que con la práctica se fueron volviendo más específicas.
¿Cómo evaluar el estado de cada ejemplar?
¿Cómo decidir cuál ejemplar está en condiciones y cuál no?
Aprender a reconocer si tienen un vicio inherente marcado o algún tipo de peste, algún moho, algún bichito en actividad.
Aprender que en algunos casos no alcanza con el aislamiento y la observación; y tomar la difícil decisión de condenarlo, es decir, darlo de baja.
¿Cómo decidir si es necesaria la intervención o no?
Y luego: qué clase de intervención es la más conveniente.
Entre las cosas que aprendimos está el tema de la limpieza, que parece ser es una de las más efectivas políticas en conservación.
La limpieza, de cada ejemplar, de cada lugar de guarda, del ámbito en general.
Y acá entra en escena nuestro amigo “el loco de la aspiradora”. Convengamos en que a nadie, pero a nadie le gusta esa ruidosa tarea. Obviamente ni a él. Pero él comprendió que la aspiradora se lleva del piso, junto con la tierra, los huevos y el bicherío. Y devotamente entonces, circula por los pisos de nuestra sede con la aspiradora industrial. Y esta tarea la repite no menos de tres veces por semana.
Por otro lado, gracias a una casualidad (¿o causalidad?), dimos con una información que nos llevó a redactar un proyecto que finalmente fue aprobado por el Programa para Bibliotecas y Archivos Latinoamericanos de la Universidad de Harvard. Y fue gracias a esa subvención, que logramos adquirir los elementos para tratar y guardar apropiadamente cerca de 1.000 ejemplares de las revistas citadas; más la colección completa de la Revista Crisis, más unos cuantos libros como la edición de 1942 de Memorias de un hombre de teatro de Enrique García Velloso, o la edición de 1949 de Burla, Credo y Culpa en la Creación Anónima de Bernardo Canal Feijóo, o el Diccionario Teatral del Río de La Plata de Tito Livio Foppa, por sólo citar algunos.
Ese proyecto nos tuvo entretenidos más de dos años (finales del 2003 a mediados del 2006). Y nos sigue entreteniendo.
Somos concientes de que es imposible evitar el envejecimiento de esas ediciones, pero aprendimos que podemos hacer más lento el deterioro, minimizar el daño y reducir el riesgo de destrucción.
Es por eso que seguimos hasta hoy emberretinados en este enfoque sistemático hacia el cuidado de nuestro fondo bibliográfico, evaluando las condiciones para mejorarlas, planificando las acciones de conservación preventiva; ejemplar a ejemplar, centavito sobre centavito. Y vale puntualizar que la metilcelulosa, el papel japonés, el cartón libre de ácido, el silicagel, las cajas y muebles apropiados para la guarda, siguen cotizando en dólares o en euros en nuestros terruños; mientras el tiempo de extracción de ganchos, cosido, reparación, limpieza, etc., sigue cotizando en amor a la causa, en amor al arte.

DIFUNDIR
Como en algún momento dijimos, estamos vinculados virtualmente a miles de teatristas, argentinos residentes en Argentina, argentinos errantes y no argentinos. Este mundo de la internet ha acortado las distancias. Y así se nos hace posible llegar con los materiales, principalmente las obras dramáticas, a otros lares.
Y esto como tantos, nos hizo caer bajo el encanto de las nuevas tecnologías. Esas que nos brindarían la posibilidad de digitalizar ese vasto y rico material que nos había seducido tanto.
Caímos en el ensueño de llegar a esos muchos ojos y esas muchas manos que residen en lugares lejanos a nuestra sede.
Pero la realidad de un país que por ahora anda medio distraído en esto de la preservación de su patrimonio cultural, nos baja a tierra en estos empeños, por ahora.
Porque seguimos soñando con que un día puedan expandirse las fotos de la puesta del primer estreno de “El Conventillo de la Paloma” de Vacarezza o de “El Organito” de los hermanos Discépolo o la de un Arata impagable en el “He visto a Dios” de Deffilippis Novoa o el rostro de nuestro amado Pablo Podestá que soñaba con techar la ciudad de Buenos Aires para inundarla de pájaros.

Hasta aquí en lo que respecta a recuperar-preservar-difundir esos materiales impresos de la época de oro de nuestro teatro nacional rioplatense.
Pero hay más cosas en nuestra Biblioteca Teatral.
Están los más de 200 videos de películas, ensayos y puestas en escena, propias y ajenas; los más de 100 casetes de audio en los que hay grabadas entrevistas, opiniones, fragmentos de radioteatros, algunas publicidades antiguas y otras “rarezas”. Materiales que corren la misma suerte, o desgracia, que las ediciones impresas.
Hace poco aprendimos que tanto las cintas de audio como las de video pueden reproducirse hasta 100 veces, y que luego su deterioro es inexorable. Sin contar con los hongos, la humedad por mala guarda, etc. ¡Ojo amigos!: ¡Nunca guarden los videos de audio acostaditos! ¡Van ver-ti-ca-les!
Pero nosotros tuvimos más suerte que los materiales. Logramos armar y que fuera aprobado un subsidio en el Fondo Nacional de las Artes para adquirir el equipamiento y elementos necesarios para digitalizar esos archivos. Subsidio que se suma al aporte del Instituto Nacional del Teatro.
Así que el próximo año nos encontrarán realizando la tarea de convertir esos formatos a formatos digitales.
Nos encontrarán buceando, investigando, en estas nuevas tecnologías que nos enfrentan a nuevos problemas de conservación y preservación, de catalogación y guarda, a adquirir las técnicas apropiadas y experimentarlas, con el viejo y archiconocido método de ensayar, corregir y vuelta a ensayar.
Y miren que hay más aún en nuestra Biblioteca.
Están los más de 2.000 discos de vinilo y pasta… que aún duermen en esas bibliotecas que están ahí al costado, duermen a la espera de los necesarios fondos y las necesarias manos que se ocupen de limpiarlos, guardarlos apropiadamente, catalogarlos… en fin… de recuperarlos-preservarlos-difundirlos.

Así pues, amigos, tenemos para entretenernos y estamos agradecidos.
Y como dijo Eduardo Galeano respecto de nuestro compatriota Rodolfo Walsh: “seguimos buscando la lluvia en estos tiempos de sequía”.
Porque estas reflexiones que podemos hacer son sólo eso: “viento de palabras”.
Ya que estamos convencidos de que la verdad, la única realidad, es el encuentro de personas.
Venimos pues hasta aquí para encontrarnos con quienes diariamente tienen los mismos desvelos, las mismas pasiones, en cada archivo, en cada biblioteca, en cada centro de documentación, de los aquí representados.
Estamos aquí, porque creemos como algunos otros que este oficio, esta vocación, solo puede servirnos para unirnos con ustedes, con la gente; y que el único lujo que verdaderamente vale la pena vivir, es justamente éste, el de establecer y recrear relaciones cada vez más humanas.

La Biblioteca Teatral de La Plata “Alberto Mediza” agradece:
Al CELCIT y a los organizadores por la invitación a participar de este encuentro.
A nuestros compañeros que nos cubren estos días en nuestras responsabilidades diarias y cotidianas en La Plata, y que hacen posible y necesario que estemos hoy acá.
A todos ustedes, al querido lector, y al querido público.
Muchas gracias.

Invitamos

A todos los teatristas a leer el Proyecto de Ley de Teatro

Ley de teatro (el proyecto)

El Senado y Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, sancionan con fuerza de

LEY:


ARTÍCULO 1: Declárase de interés público a la actividad teatral independiente en la Provincia, como un trabajo cultural esencial para su desarrollo integral y como tal acreedora de la protección, promoción y apoyo del Estado.

ARTÍCULO 2: Entiéndase por actividad teatral a toda representación de un hecho dramático, manifestada artísticamente a través de los distintos géneros interpretativos, que constituye un espectáculo y es actuado por trabajadores del teatro en forma directa y presencial, compartiendo un espacio común con los espectadores.

ARTÍCULO 3: Entiéndase por actividad teatral independiente a los fines de la presente ley a la actividad teatral que reúne las siguientes características:
a) Independencia funcional, orgánica, económica o jerárquica de instituciones u organismos públicos municipales, provinciales o nacionales, y de empresas privadas de cualquier índole.
b) Gestión autónoma.
c) Organización democrática.

Asimismo forman parte de la actividad teatral independiente, las creaciones, investigaciones, documentaciones y enseñanzas que reúnen las características establecidas en este artículo.

ARTÍCULO 4: Serán considerados como trabajadores de teatro quienes se encuentren dentro de las siguientes previsiones:
a) Aquellos que tengan relación directa con el público, en función de un hecho teatral.
b) Aquellos que tengan relación directa con la realización artística del hecho teatral, aunque no con el público.
c) Los investigadores, instructores, archivistas, bibliotecarios, docentes, o cualquier otra persona vinculada al hecho teatral.

ARTÍCULO 5: Gozarán de los beneficios de la presente ley para el desarrollo de sus actividades:
a) Los espacios escénicos convencionales y no convencionales que no superen las trescientas (300) localidades.
b) Los grupos de formación estable o eventual que se dediquen a la actividad teatral independiente.
c) Los espectáculos de teatro independiente emergentes de acuerdos nacionales e internacionales de cooperación.

Tendrán preferencia las obras teatrales de autores de la provincia y nacionales y los grupos que las pongan en escena.

ARTÍCULO 6: Créase el Consejo Provincial de Teatro Independiente como organismo rector de la protección, promoción y apoyo a la actividad teatral independiente. Tendrá autonomía funcional, administrativa y operativa, funcionando en jurisdicción del Instituto Cultural de la Provincia.

ARTÍCULO 7: El Consejo Provincial de Teatro Independiente tendrá las siguientes atribuciones:
a) Otorgar los beneficios establecidos en esta ley para la actividad teatral independiente.
b) Ejercer la representación de la actividad teatral independiente ante organismos y entidades de distintos ámbitos y jurisdicciones.
c) Administrar los recursos de afectación especifica asignados para su funcionamiento y aquellos provenientes de su actividad.
d) Actuar, a requerimiento el Poder Ejecutivo, como agente ejecutivo en proyectos y programas en materia de su competencia.
e) Prestar su asesoramiento a los poderes públicos cuando ello le sea requerido.
f) Elevar ante las autoridades, organismos y entidades de diversas jurisdicciones y ámbitos, las ponencias y sugerencias que estime.

ARTÍCULO 8: El Consejo Provincial de Teatro Independiente estará dirigido por un Consejo de Dirección integrado por:
a) Un Director Ejecutivo designado por el Poder Ejecutivo, con rango de director provincial.
b) Un representante ad honorem designado por el presidente del Instituto Cultural.
c) Un representante de la actividad teatral por cada una de las Regiones Culturales establecidas por el Instituto Cultural, quienes deberán acreditar actividad teatral y residencia en la región que representan por un período no menor de tres (3) años inmediatos anteriores e ininterrumpidos a su designación .

ARTÍCULO 9: Los representantes de las Regiones Culturales durarán dos (2) años en el cargo.
Entre ellos harán una votación interna a los efectos de elegir un Secretario Coordinador cuya misión será la de coordinar la actividad de todos los representantes regionales y representarlos cuando éstos no estén presentes.

ARTÍCULO 10: Los representantes de las Regiones Culturales serán designados mediante un concurso público de antecedentes y oposición convocado específicamente para cubrir dichos cargos, con la asistencia de la Subsecretaría de la Gestión Pública o el organismo que la reemplace en sus funciones.
Los postulantes deberán acreditar idoneidad y antecedentes profesionales para el ejercicio del cargo; la postulación podrá ser avalada por alguna de las instituciones legalmente reconocidas que actúan dentro del marco de la actividad teatral independiente.

ARTÍCULO 11: Mientras duren en el cargo y hasta los seis (6) meses posteriores al cese, los miembros del Consejo de Dirección no podrán presentar proyectos, tanto como personas físicas o jurídicas, por sí mismos o por interpósita persona. Dicha restricción no incluye a las instituciones que los avalen.

ARTÍCULO 12: El reglamento de funcionamiento del Consejo de Dirección será redactado y puesto en vigencia por el mismo en un plazo no mayor de sesenta (60) días a partir de su integración .

ARTÍCULO 13: El Consejo de Dirección tendrá las siguientes funciones:
a) Planificar las actividades anuales del Consejo Provincial de Teatro Independiente;
b) Impulsar la actividad teatral independiente, favoreciendo su más alta calidad y posibilitando el acceso de la comunidad a esta manifestación de la cultura.
c) Elaborar, concertar, coordinar y coadyuvar en la ejecución de las actividades teatrales independientes de las diversas jurisdicciones, propugnando formas participativas y descentralizadas en la formulación y aplicación de las mismas, respetando las particularidades locales y regionales y la transparencia de los procesos y procedimientos de ejecución de las mismas.
d) Fomentar las actividades teatrales independientes a través de la organización de concursos, certámenes, muestras y festivales; el otorgamiento de premios, distinciones, estímulos y reconocimientos especiales, la adjudicación de becas de estudio y perfeccionamiento, el intercambio de experiencias y demás medios eficaces para este cometido.
e) Propiciar la Declaración de interés cultural y susceptible de promoción y apoyo por parte del Consejo Provincial de Teatro Independiente a las salas que se dediquen en forma preferente y con regularidad a la realización de actividades teatrales.
f) Fomentar la conservación y la creación de los espacios destinados a la actividad teatral.
g) Acrecentar y difundir el conocimiento del teatro, su enseñanza, su práctica y su historia, especialmente en los niveles del sistema educativo, y contribuir a la formación y perfeccionamiento de los trabajadores de teatro en todas sus expresiones y especialidades.
h) Proteger la documentación, efectos y archivos históricos del teatro independiente;
i) Celebrar convenios multijurisdiccionales y multisectoriales de cooperación, intercambio, apoyo, coproducción y otras formas de asociación para el desarrollo de la actividad teatral.
j) Difundir los diversos aspectos de la actividad teatral independiente a nivel provincial, nacional e internacional.
k) Administrar y disponer de los fondos previstos en la presente ley.
l) Velar por el cumplimiento de lo establecido en la presente ley.
m) Designar jurado de selección para la calificación de los proyectos que aspiran a obtener los beneficios de esta ley, los que se integrarán por personalidades de la actividad teatral, mediante concursos públicos de antecedentes y oposición.
n) Establecer que los espectáculos teatrales que reciban subsidios o apoyos financieros del Consejo Provincial de Teatro Independiente deberán prever la realización de funciones a precios populares, y dentro de cada función una cuota de entradas con descuentos para jubilados, estudiantes y cualquier otro sector de la comunidad.
o) Evaluar proyectos teatrales que presenten entidades y elencos al efecto de permitir el otorgamiento subsidios, y el acceso a préstamos en el marco de convenios específicos que se suscriban con el Banco de la Provincia de Buenos Aires.

ARTÍCULO 14: El Director Ejecutivo del Consejo de Dirección ejercerá en su esfera de competencia, la representación legal del Consejo Provincial de Teatro Independiente.

ARTÍCULO 15: Créase el Fondo Especial del Teatro Independiente, formado por los siguientes recursos de afectación específica:
a) El ocho con veinticinco por ciento (8,25%) del sesenta y siete por ciento (67%) que el Instituto Provincial de Lotería y Casinos de la provincia de Buenos Aires obtiene por premios prescriptos y que conforman el Fondo Permanente de Acción Directa, según el art. 18 inc. A) de la presente. El porcentaje destinado no podrá estar por debajo de la suma de pesos cinco millones ($5.000.000) anuales.-
b) Las contribuciones y subsidios, herencias y donaciones, sean públicas o privadas que específicamente se le otorguen o destinen.
c) Los aportes eventuales de las jurisdicciones municipales.
d) Cualquier otro aporte o contribución que el Poder Ejecutivo decida asignarle.

ARTÍCULO 16: El Fondo Permanente de Acción Directa estará a cargo y reglamentado por el Instituto Provincial de Lotería y Casinos de la Provincia de Buenos Aires y será destinado al financiamiento de acciones tendientes a disminuir la problemática socioeconómica que afecta a los habitantes de la provincia.-

ARTíCULO 17: Los recursos del Fondo Especial del Teatro Independiente tendrán las siguientes finalidades:
a) Financiar actividades teatrales declaradas de interés cultural y susceptible de promoción y apoyo por el Consejo Provincial de Teatro Independiente.
b) Financiar el mantenimiento o acrecentamiento del valor edilicio de los espacios escénicos convencionales.
c) Financiar el mantenimiento y desarrollo los espacios escénicos no convencionales.
d) Otorgar subsidios a entidades y elencos que presenten proyectos teatrales al efecto.
e) Equipar centros de documentación y bibliotecas teatrales de la Provincia.
f) Financiar gastos de edición de libros, publicaciones y boletines referidos especialmente a la actividad teatral independiente.
g) Otorgar becas para realización de estudios de perfeccionamiento o investigación en el país o en el extranjero mediante concurso público de antecedentes y oposición.
h) Otorgar premios a dramaturgos provinciales, y nacionales o extranjeros residentes en la Provincia.
i) Financiar actividades teatrales con los aportes eventuales de las jurisdicciones municipales, que ingresarán directamente al Fondo Especial del Teatro Independiente para ser aplicados en la región de donde provienen.

ARTÍCULO 18: Los recursos del Fondo Permanente de Acción Directa se conformarán con:
a) El sesenta y siete por ciento (67%) de los premios prescriptos del juego Quiniela y sus variantes;
b) El total destinado a Rentas Generales del diecinueve con treinta y cinco por ciento (19,39%) consignado a transferencias provenientes del juego Loto y sus variantes;
c) El dos por ciento (2%) del arancel compensatorio de la recaudación total de apuestas del juego Quina 6 Tradicional.-

ARTíCULO 19: El Consejo de Dirección deberá aprobar en todos los casos los subsidios que se otorguen con recursos del Consejo Provincial de Teatro Independiente.

ARTÍCULO 20: El Consejo de Dirección remitirá anualmente el proyecto de presupuesto al Instituto Cultural, en los plazos que éste determine, y deberá contener las especificaciones de los gastos e inversiones en que se utilizarán.

ARTÍCULO 21: El monto total de los recursos destinados al cumplimiento de los fines establecidos en la presente ley, será distribuido de la siguiente forma:
a) El veinte por ciento (20 %) como máximo para gastos administrativos de funcionamiento.
b) El ochenta por ciento (80 %) como mínimo para ser aplicado en el apoyo a la actividad teatral independiente.
En tal sentido se considerarán, tanto los centros teatrales desarrollados cuya mayor envergadura hará exigible un apoyo acorde con su dimensión, como aquellos en que el fomento de la actividad, por su menor evolución, requerirá llevar adelante políticas de promoción, formación de un público, y asistencia artística y técnica permanente.
Cada una de las regiones culturales de la Provincia deberá recibir anualmente un aporte mínimo y uniforme, cuyo monto no podrá ser inferior al tres por ciento (3%) del monto de los recursos anuales del Consejo Provincial de Teatro Independiente

ARTÍCULO 22: No se impondrá a las actividades objeto del apoyo y promoción establecidos por esta ley cupos o cantidades determinadas de trabajadores, ni condiciones de trabajo para su funcionamiento, salvo aquellas especificaciones que se establezcan en virtud de convenios de trabajo homologados.

ARTÍCULO 24: Derógase toda norma que se oponga a la presente.

ARTÍCULO 25: Comuníquese al Poder Ejecutivo.

2/6/09

Feria del libro, Aincrit y Biblioteca de Teatro de La Plata Alberto mediza

El 29 de abril de 2009 la Biblioteca participó de las Primeras Jornadas de Aincrit, que se realizaron en la Feria del Libro de Buenos Aires. Mariela Mirc, Maricel Beltrán (1) y Laura Lago (2) prepararon el siguiente texto que leyeron en su oportunidad y que aquí compartimos.

“Mediza murió joven. A los 36 años. Pero lo hizo todo; y todo el tiempo haciendo estuvo. Su ola impetuosa arrastró a un joven actor de familia de artistas. Un discípulo llamado Norberto Barruti que es hoy él mismo ola y maestro.

Barruti se instaló en La Plata en 1986 y fundó el Taller de teatro de la Universidad. Al año siguiente esa Casa de altos estudios cede al Taller la primera planta de una casona en desuso donde maduró un acontecimiento: un colectivo hizo teatro e hizo el Teatro. Casi una década después y a partir de la viva actividad teatral nació la actual Biblioteca. Ocurrió que un día la viuda y el hijo de Mediza viajaron desde Montevideo para asistir a la función de “El Proceso” adaptación que Mediza hiciera de la novela de Kafka, y que fuera estrenada en los ‘70 por Raúl Serrano. Era el 3º año consecutivo que el Taller de la Universidad daba funciones de la obra. La dirección era de Barruti y contaba con 50 actores en escena. Aquel día, Sara y su hijo Rodrigo Mediza decidieron dejar a resguardo de Barruti la biblioteca personal del poeta, crítico y dramaturgo uruguayo. Con esos libros, revistas y manuscritos, más su propia biblioteca, Barruti funda la Institución con el nombre de su maestro.

El hacer reunió personas y las afinidades electivas abrieron un camino por donde se deslizó una herencia impensada. No estaba prevista la creación de una biblioteca. Documentarse e investigar eran parte de cada montaje del Taller pero nadie se había propuesto formalizar el espacio. Este origen, este arraigo en el oficio, en el hacer, marcó la identidad de la Biblioteca para siempre.

El conocimiento teatral puede estudiarse, enseñarse incluso, puede haber escuelas, planes, enfoques y proyectos. Pero la transmisión de un saber, (y de un saber hacer como en el caso del teatro) se produce en una situación de encuentro, donde un modo de transferir permite una entrega que se acepta porque es un llamado que no hay cómo desoír. Es decir, en una tradición. Sea la que sea. Como se dice en el truco saber mata conocimiento. Porque lo redobla, porque tiene ese plus que ninguna escuela, ninguna universidad de arte puede garantizar. No reniego de la formación universitaria, al contrario, me valgo de ella, pero no hay cómo pedirle al discurso universitario que se haga cargo de la formación de artistas. Uno se hace artista gracias a otras circunstancias y a pesar de ellas también. Es siempre una tradición la que nos recibe en nuestro nacimiento artístico. Es la tradición la que habla por nosotros hasta que tengamos algo de peso para decir. Ese magma inabarcable pero repleto de acciones concretas y sensatas (o dirigidas a un fin) es el que nos permite ver el mundo y hacer con él poesía si nos cave el sayo. La Biblioteca Mediza y el Taller de teatro de la Universidad son lugares donde una tradición se alienta y se entrega al que se sienta llamado.

Mediza murió a los 36 años. Si hay edenes después de la última bocanada poco importa, estos nuestros ojos no los verán de seguro. Apasionarse, discutir, arriesgar son también legados que pueden aceptarse.

Por eso para nosotras fue inevitable pensar acerca de la crítica teatral, sus posibilidades y sentido. Tal vez porque el nombre de Aincrit convocaba el concepto. Lo que sigue lo pongo al ruedo, ojalá sigamos hablando después.

El crítico debe poder decirlo todo. Pero no todo de todo. La crítica no debería ser arma homicida, ni juguete sexual del aludido en su discurso que, como dice Anne Ubersfeld es doble: primero y principalmente el lector, pero también indirectamente, el profesional del teatro hacia el que el crítico no detestaría jugar un papel de mentor y de guía. Pero… ¿cuál será el todo sobre el cual el crítico funda su decir? El mismo que el del espectador, aunque no habría que confundirlo con él. Sin embargo pueden y deben ubicarse enfrente o en perspectiva de ver eso otro que se les ofrecerá. El que especta es testigo, pero no dará testimonio necesariamente. El crítico en cambio es ese que prestará su testimonio con las prerrogativas del caso. Pero ¿Cómo consensuar la legalidad huidiza de los discursos de las ciencias sociales? ¿Quiénes definen los parámetros y los vocabularios críticos? ¿Será la academia, la farándula, los medios de comunicación? ¿Cómo genera el crítico sus ingresos: le pagan antes de que escriba? ¿Le paga su jornal el empresario de un medio gráfico, con su ideología definida y el olfato de su editor? Bajo la firma del crítico: ¿qué colectivo o intereses se apañan? Se dirá y hay razón, que otros son los temas cruciales de la sociedad y su cultura, que el esfuerzo por repensar el meta discurso crítico es una pasión digna de mejor causa. Y que “de algo hay que vivir”. A este testigo voluntario, convendría hacerlo anónimo, para que sea su voz la que hable y no tema por su reputación si el espectáculo no lo seduce. Para que no tema por su fuente de trabajo si no coincide con quien le paga. Ahora, si fuera así (y aun no siéndolo) ¿Cómo evitar los amiguismos del crítico mismo? ¿Sus especulaciones al pensarse ficha dentro del tablero del campo teatral? Estamos sonados, porque la cuestión del valor humano tiene que vérselas siempre con la ética.

El teatro debe estar hecho: bien hecho. Eso es parte de su responsabilidad social. Hacer bien el teatro es que tenga los golpes de efecto bien logrados: sea la cebita del revolver de utilería, sea la caminata extracotidiana, una mirada significativa o aquella muda contención del alma. Esa es su parte, la que se aprende, la que se enseña. Pero esa dimensión del saber hacer, del oficio, del secreto de confección, no lo es todo. Éticamente no lo es todo. Porque se puede hacer bien sin hacer el bien. Nuestra actual “temporada en el infierno”, donde la banalidad del mal es moneda corriente, nos lo dice en plena calle, en plena oficina, en plena clase, en pleno estar entre otros. Lo ético en el teatro es problemático porque es lo que queda por fuera de él, por definición. Es desde el punto de vista de la producción teatral, lo que lo excede. Es el de más que le ponen los artistas y es el resto que nadie está obligado a recoger. Sólo la adecuación de forma y contenido podría ser esperanza para aquellos que conocen el valor comunicativo de una poética, cuando encarna. Esperanza cuyo triste revés es la repetición de formulas y movimientos.

La ética en el teatro excede la arena de su oficio. La técnica, el talento, los recursos no son sino en el río de la Tradición donde abrevan. Y toda tradición lo es si conserva su cosmovisión, su opinión del mundo, su particular y comunitario sentir. Los artistas saben o deberían saber el lugar que ocupan y el discurso que hacen presente. ¿Pero se elige dónde estar, qué decir, y cómo hacer? Una buena crítica no debería dejar esta cuestión de lado. Debería poder. Poder pensar el rol del artista y sus condiciones de producción.

Es la voz del crítico la que puede testimoniar. La voz por encima de la letra porque no importa sólo qué puede decir de los hechos que ha visto, sino qué puede decirnos de lo que a él le han hecho esos hechos. De lo que lo han hecho sufrir, bostezar o aliviarse con las municiones que cruzan el cielo mixto de la metáfora teatral sita entre platea y proscenio. Signos como balaceras y funciones como batallas, o pelotón de fusilamiento. Queremos oír sus relatos del ardor salino de ciertas balas, la desilusión de húmedas pólvoras culpables, la exacta forma abierta por las balas de certeras actuaciones y todas las sustancias vitales que las buenas tramoyas desatan en el escenario y replican en el patio de butacas. Porque sólo hay tramoya allí. El teatro es tramoya, sea una voluptuosa escenografía, cacharros, el solo cuerpo del actor, una luz que anuncia un alguien que retorna…Todo allá es a sabiendas del truco que podrá montar a tracción sangre de los actores, la escena siempre herida abierta del hombre y su circunstancia. El tiro apunta al blanco y los espectadores creamos el impacto en nuestro cuerpo. A veces no tenemos cuerpo para esas balas, estamos anestesiados. O desconcertados, con horizontes de expectativa que no son nuestros. A veces el tirador apunta tan mal a nuestro centro vital que vemos pasar la cosa de costado, sin que nos haga mella. Pero cuando el tiro falla por error, impericia o desorientación, es criminal y no artístico. Ahí, en el fragor de la función, nace una crítica. Esa que dará a los aplausos una exactitud de barómetro. El público es crítico por naturaleza, tiene el aplauso y la asistencia para pronunciarse. Cualquiera que se ponga a hacerse el crítico debería asegurarse de no haber dejado de ser espectador. Saber aun ir por placer o por amor al arte, resonar con la escena y sentirse libre de pensar lo que siente.

Somos tiempo, pero ser es estar. Este tiempo en el que nosotros somos los teatristas es con otros que lo transitamos e imaginamos. Exista el afuera o sea alucinatoria, la escena de la realidad está poblada. Y aunque el desquicio neoliberal nos permita delirar con el uno solo, la caricia o el golpe siguen avisando que ¡alguien más está ahí! El estado burocratizado en el que vivimos nos esconde o disimula las consecuencias de nuestros actos, pero hay que resistir y seguir confiando en que no hay acción sin reacción. O bueno, comprobar que nos hacemos jóvenes y estamos al mismo tiempo en dos subtes diferentes. Un materialismo elemental pero necesario para que la pregunta por la ética en el arte pueda ser escuchada."



(1)Mariela Mirc y Maricel Beltrán integran la Biblioteca desde sus comienzos y son además asistentes de dirección, dramaturgas, investigadoras y referentes del teatro platense.

(2)Laura Lago es actriz, profesora de juegos dramáticos y vocal de la Biblioteca.

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